Esa mórbida y tersa superficie,
esos valles
aquellos cerros,
esa blanquecina y sutil aurora
de oros escondidos
de rojizas sombras,
es suya.
“Si, mía”,
el gato dice,
“a mí me pertenece por derecho propio,
la he conquistado,
soy su dueño, su saqueador”.
Esa nocturna seda le promete gozo.
El gato ríe, muestra los dientes,
se come la vida
“total, ya es mía”
se confía,
caza a destiempo
seduce al destino
marcha a otros techos.
Ella, entonces, un día parte.
El gato vuelve,
pero ella…
ella conjuga exacto:
“No voy a amar a nadie como te amé a vos”
1 comentario:
Hola Rubén,me gustó mucho tu poema. Un saludo grande. Neli♣
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