así como hay un Aleph
tiene que haberlo
está una calle sin nombre
que no lleva a ninguna parte
o que llevándolo a uno
pareciera que se navega al garete
en ella pululan los heridos en batallas
de todas las guerras que son la misma guerra
las bicicletas que usaron los niños
circulan buscándolos sin ojos ni faroles
las polleras que usaban las vírgenes
el día en que las desfloraron
los antifaces de las obras de Goldoni
que ya nadie representa
la calle pierde rumbo apenas es abordada
la picaresca señala que no se sabe
dónde navega y menos hacia dónde
es circunstancial toda evidencia
que señale un punto en los mapas
los planos satelitales
en realidad
si se supiera donde está
tampoco se podría deducir dónde estará
la predicción imposible
hace que nadie encuentre
a su madre virgen
o a su bicicleta olvidada
o al herido en un montón de barro
escondido desde hace miles de años
o un día atrás
la calle no tiene
ningún nombre
los mapas la delatarían
escurre por vías indecibles
porque sabe disimular su acera
con otros caminos menos fraudulentos
permaneciendo oculta
salvo para algún poeta
que acierte a pasar
donde casi nunca entró persona viva
De: adonde me lleve alguna calle sin rumbo (2007)
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