Cuando no más deseo que el silbo prodigioso de la locomotora y no
me eriza una pluma ni sacude mi alma de pájaro. Sé que me contemplas
desde el suelo, mientras apostado sobre el poste de la luz
me asumo indiferente al basurero que colma las márgenes del caño
infecto
El viento levanta polvo y desperdicios desde el asfalto monótono, de
norte a sur, de sur a norte. Arrastra el bronco ruido de los motores,
intercambiando audazmente las presencias fugaces de los autos.
Ese viento transcurre sobre mi cuerpo en suave ondulación,
tornasolando de reflejos azulosos mi plumaje negro
Sé que desde el suelo me contemplas y mis ojos fijan lejanías que
trasponen el círculo cerrado de los cerros; mis ojos, seguros de mi
vuelo
Cuando no más deseo que un crepúsculo gris sembrado de una fila
interminable de neones, sé que desde el suelo me contemplas y a mí
quisieras parecerte
De: Lugar de un secreto nadir (Universidad Nacional de Colombia. Colección Viernes de poesía, 2007)
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