Pasó que yo, claro está, no estaba pensando
justamente en eso.
Tenía la cabeza en otra cosa
cuando el cura Walter dijo
«…en la prosperidad y en la adversidad…»
No sé vos, pero yo
no le di bola.
Era, quizá, temerariamente joven.
Algo así como que el mundo
debía rendirme pleitesía.
Y me fui a vivir con vos
sin armadura.
Que lo tiró.
Mirá que han habido momentos
buenos, muy buenos y excelentes.
(las caritas rojas de los chicos saliendo de vos, por citar algo)
Pero a la adversidad
caracho,
se le metió entre ceja y ceja
que tiene que ganarnos por goleada.
Un buen día amanecimos meados
por todo Jurassic Park
(de la uno a la cuatro y sin cortes comerciales)
Al principio nos dijimos: «son pruebas
que nos pone el Barba».
Pero a esta altura,
si fuera el caso, tendríamos
aprobados una parva así de alta
de doctorados y licenciaturas.
Para mí que el Barba nos jugó
en un truco con el Cuernos
(y perdió, claro está)
Y encima nos dejó el consuelo de pensar
que a otros les están pasando cosas peores.
Será así.
Pero a mí se me parte el corazón
cuando te veo llorar.
Se me revela el bobo de impotencia
cuando no doy con la palabra justa
que te ayude a salir.
Daría las manos por conocer el abrazo
que te deje en la boca una sonrisa.
La vida daría
por darte una vida feliz.
Pero no soy Merlín, ni Copperfield
Ni Fu Man Chu, ni Houdini.
Y por más que busco en internet
no hay trucos.
Ya ves, sólo puedo darte mi ineptitud
de hombre.
Y amarte.
Y decirte «acá estoy, a tu lado»
Éste es mi corazón,
ésta es mi mano.
Y prestar, claro está, más atención al cura
cuando nos case, otra vez más,
en otra dimensión, en otra vida.
La muerte no podrá separarnos.
2 comentarios:
Estremecedor. Amor puro, enorme en su simpleza.
Genial!
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