Las monedas, el tiempo circunscrito a un ruedo de arena
maculada, la diaria rotación de los periódicos que se diría
interminable, los esquemas reducidos a recorte, a collage de
mis funciones necesarias.
Y,
Abruma la bruma matinal
y su dispersión pausada
Abruma el mediodía largo
por donde pasa el tren
estirando su silbido
Abruma la siesta que aprisiona
el bochorno contenido
de las calles
abruma la roja llana
en que se incendia el cielo
Abruma de morriña vacua
carente de algún anhelo cierto
Abruma el vespertino deambular
a solas por el pueblo pequeño
abruman las luces de tan pobres
y abruma que temprano se quede
el pueblo dormido
hasta que cante el gallo
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