No dormir con los párpados caídos,
traicionar reglamentos anteriores,
serle fiel al café de lo prohibido,
vacunarse contra despertadores.
Despistar a la hoz de la rutina,
caminar con la zurda por el borde,
no volar si no hay tierra en la retina,
y almorzar, por lo menos, un acorde.
Despeinar la melena de los libros,
ordenar las ideas como flores,
desertar de los besos sin peligro,
defender las tristezas en colores,
no perder la razón, sí el equilibrio.
Y mañana, vendrán sueños mejores.
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