Debe haber un instante,
un lugar sin espacio demolido
por hecho alguno para verme a solas,
y quién sabe si sea muchedumbre
que esperaba su turno en las tinieblas
de lo imposible.
La muerte todavía virgen, muda,
silencio mineral donde me absurde
hasta la cifra innúmera, y entonces
los ojos, la palabra, los espejos
apenas el jamás.
El peso de las cosas un gatillo
que puede ser el nombre aún callado…
Debe haber un instante a la redonda,
entrada sin salida.
El autor: Pastor Aguiar
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