Primero quiso Pocho
fugarse, disgregarse
de su hemiplejia.
Luego Teresa y la tía piba
tan seguidas,
tan enseguida
de nuestra partida,
y tantos mas que ni recuerdo.
Julio con su locura
empedernida
tan sublime y llena
de espacios en la niebla;
etéreo y volátil
siempre lejos.
Ni que hablar de Caballero
el vecino policía del acuario,
de monedas y quebrantos,
tan solitario, padre, abuelo, relicario.
Y Armando con su cigarro
pulmonero
se fue consumiendo
así, añejo
se lo llevó el viento
o alguna sudestada
en pleno invierno...
y se nos fue el último
tan lejos.
Nota: A Armando y todos los demás
1 comentario:
Que lindo homenaje!
me trae muchos recuerdos
Esa es la magia de la poesía
nos hace pensar, recordar, sentir...
Saludos desde Buenos Aires
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