la sombra roja
de un agujero en el mar sin calma
flota suave en una avalancha negra
de océanos viscosos de mar dura
al cobijo de la sombra
los fantasmas
de grandes hordas de libélulas
tuercen el sentido del viento
se agitan con el fuego azul
de las tormentas
para penetrar en el agujero rojo
tiembla en una pausa lunar
la alfombra escalonada del Sol poniente
copulando con el viento
que ha teñido su olor
para atraer a los insectos voladores
a un vórtice de sexo
sin final y sin goce
el vuelo del gran pájaro
llega a mis escápulas
tocándolas con insistencia de
murciélago
las excita hasta abrir sus alas muertas
pero nada nace de mí
salvo un triste graznido
que parece venir del ángel muerto
caído allá atrás después del rayo
en la avenida en sombras perennes
en la antesala del cementerio
con el cartel patético
pendiendo de mi cuello emplumado
que reza
:
cuervo ciego
cuervo muerto
nunca más un mirlo
nunca más en el árbol
nunca más en el campanario
para acompañar
luciendo plumas brillantes de poeta
funebrero
la campana que toca el compás
que sólo siguen los muertos
.
Autor: Héctor Ranea
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