viernes, 5 de agosto de 2011

Panorama – Guillermo Vidal

Estuve siempre allí
en el silencio,
invisible
sobre sus ojos y sus labios.

La tejí con luces
y espigue su sombra,
susurre en su oído
el amor del viento,
por su corazón entero.

Lo que nadie puede,
abrió los ojos para verme,
Y me hundí en su seno.

Y quise cruz y quise sangre
y quise corazón,
para que ella lo bebiera.

Y quise vivir,
cuando la vi. llorar
sobre mi cuerpo muerto,

Ahora la miro toda mía,
pero mejor
ahora yo...todo de ella.

1 comentario:

María de las Mercedes Guidobono dijo...

y...es un final perfecto, de todos los finales, éste atraviesa como una broca de diamante cuando corta la piedra más dura, sin duda. Gracias por compartirlo!