El mar quema las naves porque la sal lo cansa
Cansan las oscuras velas salitrosas
Cansan las fatigas del timón que besa la mar desde abajo.
El reflejo de tu voz se me mete en el sótano de mis ojos
Que llenos de salitre arden como el tizón en el dedo desollado
En la sentina turbia donde vamos los esclavos de tu cabello
Navegando al garete en las mejores espumas de tu saliva.
Y eso que la arena consume es parte de la historia,
Versos sin luna y un ratón ciego bajo la almohada.
Como una extraña y vengativa aurora que establece los límites
De la distancia entre la vida y el resto de las cosas.
Donde el cielo se inunda con tu infinito aroma
Olvidando el espacio que la noche genera
Y las gotas de aliento caen en el otoño de mi memoria
Y cierro los ojos y veo; todo se acerca o todo se aleja,
Ya no importa demasiado, la distancia es tan solo una ilusión.
Lo único que sí importa es la cercanía de tu cuerpo,
Tan junto al mío.
Y siento agitarse mi sangre, igual que ese mar que nos salpica
Con su espuma salada...
4 comentarios:
Satisfecho...muy buen poema compañeros...ojalá se repita...
Lo mismo digo. Una muy linda experiencia que creo se repetirá.
Será cadáver, mas tendrá sentido. Polvo será, mas polvo enamorado.
Y los versos fueron el reflejo de las mentes síncronas y amigas.
Realmente exquisito el cadáver éste.
Un Frankenstein extraño de cinco cabezas y diez brazos creando al unísono una melodía deliciosa.
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