miércoles, 30 de octubre de 2013

El pianista - María Ofelia Ceballos

El hombre se regodeó en una vieja manía,
ese duro oficio de no vivir en vano...
En su andanza,
intimó con el jazmín y el zorzal:
el jazmín sacudió en sus venas
el místico perfume,
el trino hurgó el recóndito
engranaje de su alma.

Buscó en la sonata,
la intrincada condición del genio.
Una llama de pentagramas
y corcheas navegantes,
le atravesó las oscuras órbitas.

El viento le construyó otras manos
y la melodía, desatada,
tuvo la eternidad del tiempo.