Sol de siesta
trepando paredes vidriadas
inútil interposición
entre ardientes manos enlazadas.
Sol de siesta, brillante.
Me miré en el espejo de tus ojos
y les pedí un poema
a tus pupilas desorbitadas.
¿Sobre qué?
Sobre las nubes,
escuché mi voz que te decía.
Las nubes surcaron el espacio poético
y tuvimos nuestro poema,
navegando el cielo de la vida
en un esperanzado velo blanco.
Ahogamos de sueños la metáfora escrita,
le impusimos el eje al futuro anhelado
y desde las vibraciones de la sangre
trastocamos en signos lo que la mente dictaba.
Se asfixiaron los versos
con el trino de los pájaros,
con las campanas de los campanarios,
anunciando impetuosos
que un nuevo tiempo ha llegado.
Catarsis (1998)
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