Consumen sueños
y devuelven humo,
humo y cenizas que
cubren sus restos,
reclinados en los vanos,
desfallecen en las puertas.
La realidad es acido
y carcome sus mentes,
los platos se pudren
en las mesas.
Saturados de ausencia
buscan cuellos
para morder
y sangre que les dé algo
que no sea el olvido,
o la ausencia.
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