miércoles, 8 de septiembre de 2010

Parece mentira - Daniel Frini

Y se siguen cargando a nuestros pibes.

Parece mentira, che, que tanto odio
ande rondando nuestras madrugadas,
dejando estrellas en el cielo
donde antes había tanta risa franca.
¿Cómo nos curamos?
¿Cómo sacarnos esta mala entraña?
¿De qué manera el color de la piel,
el dios en que creés, tus ancestros,
tu dinero
determinan si mañana
podrás o no volver a casa?

Parece mentira, che, que la justicia
(pobrecita justicia,
pequeñita)
Se deje violar por tanto hijo de puta
de saco, corbata y bigotito fino,
de uniforme y anteojitos negros,
de placa de bronce en la puerta
de su casa (donde ¡oh, casualidad!
sus hijos no saben de estas cosas,
a la guerra la conocen por jueguitos,
y la calle, la verdadera calle,
está tan lejos como Detroit, Saigón,
Mombasa, el Asentamiento o Haití.
Todo es lo mismo)

Y se siguen cargando nuestros pibes.

Parece mentira, che, que nuestro Dios
(pobrecito Dios,
y tan solito)
Se defienda descalzo y en la escarcha
de diablos en Mercedes,
el último be-eme,
camionetas con tracción
cuatro por cuatro,
Y, para confundirlo más
a nuestro Dios,
(mirá vos qué hipócritas que son)
todos los diablos usan crucifijos.

Y se siguen cargando nuestros pibes.
“Algo habrán hecho”
¡Claro que si!: vivir, sonreir, amar
cantar, besar, leer, trabajar , mirar,
ayudar, rezar, estudiar, servir,
jugar, bailar, volver a sonreir
y además
(y carajo, no debería ser así)
morir.

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