Presidio de caballos y distancias,
derramando azoteas sostenidas,
en canto oscuro y luces esparcidas,
volteando el crisol de las errancias.
Telar voltaico ausente de fragancias,
bajo palio con horas carcomidas,
donde pastan las lluvias oprimidas,
el sudor anegado a las lactancias.
En su fuego iracundo del Poniente
arde al Alma batiendo su tristura
abrazada al alud del inconsciente.
Y no hay signo que eluda las miradas,
ni pórtico que ignore su figura,
ni columna que aguante tus pisadas.
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