y nos recibió un viento sensual
que olía a algas frescas y mariscos.
Elegimos para hacer un fuego
de la resaca que el mar
arrojaba a la costa
pero las redes rotas,
las algas secas y maderas
nos hablaban en su idioma
de naufragios y sirenas.
Pensé en esa resaca como en los restos
de viejos libros
de amarillas hojas de poetas
olvidados cuyos versos susurraban
en mi oído a toda hora
sin siquiera yo saberlo.
Salvé cada trozo de naufragio
con alguna razón,
los puse en una bolsa y los llevé
a mi biblioteca, junto a su olor a mar
para las tardes
donde el mar sea un recuerdo cálido
del verano,
a modo de arte poética.
14 de marzo 2011
Puertas del otoño - San Julián
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