que no me precipite
en tus abismos.
Ojos
negros
de hiel y laberinto…
Llega el silencio
para escuchar el sueño,
y apenas remonto entre raíces
el camino a la certidumbre
de otro sacrificio.
No irrumpirá tu voz
en el fondo,
ni tus alas
me tenderán el puente
anudado entre las
nubes.
En la prueba del agua
trasiega el corazón
partículas traslúcidas
de destinos sin recuerdo.
Y es absuelto,
mas no queda en libertad.
Y sobrevive;
mas no alcanza el perdón
para ser definitivamente
redimido.
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