Parchada tengo una tarde con suspiros.
Dolor de ausencia y en el alma angustia.
A tientas en la oscuridad busco la luz aunque escasa de un candil
que me ayude a proseguir
por el sendero pedregoso de la vida.
Amado, ¿por qué no vuelves ya? El viento
ha dejado en mi ventana tu perfume
que ha llegado antes que tú.
Socórreme, ayúdame a salir del espantoso olvido,
pues a la hora en que la razón me anuncia su verdad,
yo desvarío
y con el delirio del encarcelado,
me desprendo con desesperación de aquella red
de olvido,
me sumerjo en el lodo entre los matorrales
escarbo la tierra cubierta de salitre
con avidez hambrienta.
Me arrojo hacia la línea lejana que une tierra y mar
allá lejos en el horizonte
y con estupor, descubro
descolgándose en abismos
las tenaces raíces de mi raza atormentada.
http://biosdelosblogsh.blogspot.com/2010/11/adriana-alarco-de-zadra.html
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