Me tiemblan las manos.
Las arañas ya no avanzan
en su camino de seda.
Cuando desperté
ya no había Dios
solo gotas de tinta.
Socorro.
No dejes morirme apartado
de este solo mundo nuestro.
Ahora, desde la noche
llora
el viejo silfo.
Con su rostro de universo
es una sombra que va
a ninguna parte.
El hombre no es azul
y mi absoluto silencio
es como un cisne.
1 comentario:
Hermoso...
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