Tantas largas jornadas, tantas noches
he rondado tu espalda como espía.
Tantas horas tiradas, un derroche
que ni pudo salvar la luz del día.
No he llegado a tocarte, sólo he sido
una brisa fugaz sobre tu piel.
Y al cabo de los años, desvalido
te he dejado partir sin serte infiel.
Desde otras nostalgias llega un viento
que te arrastra al umbral de mi memoria.
Bastaría empujarte hacia el abismo
Y mirarte rodar sin sentimiento
de culpa y al borrarte de la historia
encontrarme al fin conmigo mismo.
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