Está el árbol invertido.
Está, pero no se ve,
escondido a la luz y vista.
Está, acaparando energía y
vuelta y vuelta a enroscarse.
Podando las hojas muertas,
muertas y pisoteadas.
El árbol invertido sonríe
aunque si me paro de cabeza, llora.
Esconde la copa y bebe un sorbo
atenazando la oscuridad con tal
de humedecer el conjuro.
Y las hojas, muertas, caen al revés,
aunque me atrapan,
si me paro de cabeza.
3 comentarios:
Hola Ricardo, la verdad me encantó. De alguna manera me sentí identificada, éxitos. Neli :)
Ese árbol que nos llama.
Besosssssss
¡Muchas gracias, Nélida y Mónica!
Publicar un comentario