Allí, en cada hoja, se asoman
Fervientes y con deseos coloreados,
Para posarse en los corazones agitados
Y en las mentes que su razón ignoran.
¿Vienen de un cielo estrellado
Que ve tristemente la comedia
De esta raza, o son el llanto orlado
Del poeta sin canto ni esperanzas?
Pareciera que el cielo, en su andancia, pretende
La quietud, y el azud aprieta,
Y expulsa de los antros sus alas inquietas,
A esta tierra de aromas y colores verdes.
―Si es mi hora ―gimo― de partir:
¡Llévenme a su campo de puro baile,
Para cantar al mundo, al alma miserable,
Y dar entera oda al llanto y al elixir!
Pero ellas vienen no para llevarme,
Sino para colocarse en mi nariz, en mis sentidos,
Como trayendo el cálido mensaje
De un dios sensible y desconocido.
Tomado de |[ The poetry of the earth is never dead ]
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