viernes, 29 de junio de 2012
Ama Marina - Ana Caliyuri
El día pulsa los duendes como en la noche donde afanosa la pluma se agita con el compás de un tic tac mío y no mío. Y no hay nada más dulce en esta senda escrita que rescatar del instante el beso infinito entre la blancura y el alma marina.
Incomprensible – Marcos Zocaro
Me acerqué al infinito
buscando mayor perspectiva,
pero ni así logré entenderte.
buscando mayor perspectiva,
pero ni así logré entenderte.
Ira - Fernando Andrés Puga
Arrebatado
mostrando los dientes
desorbitando los ojos
frunciendo el entrecejo
resoplando como un toro enceguecido
apretando los puños
A punto de hervir
de estallar
de romper las cadenas
Rojo como hierro en la fragua
Al borde del abismo
descontrolándose
fuera de sí como animal rabioso
ronco de tanto aullar
rompiendo la vida en pedazos
perdiendo la paciencia en un mar en llamas
Rodando por la pendiente
hasta acabar
ensartado en el sable de la soledad.
mostrando los dientes
desorbitando los ojos
frunciendo el entrecejo
resoplando como un toro enceguecido
apretando los puños
A punto de hervir
de estallar
de romper las cadenas
Rojo como hierro en la fragua
Al borde del abismo
descontrolándose
fuera de sí como animal rabioso
ronco de tanto aullar
rompiendo la vida en pedazos
perdiendo la paciencia en un mar en llamas
Rodando por la pendiente
hasta acabar
ensartado en el sable de la soledad.
sábado, 23 de junio de 2012
De vahos a otro tiempo - María Gimena Barboza Dri
Que sencillo era amarte,
vida,
cuando me veía llorando a carcajadas
el tiempo escurridizo
entre las grietas de la piel.
¿Qué hubiera
advertido mi tristeza?
El césped olía sublime
y la inmensa palmera
me gobernaba.
A mí,
y a mis pensamientos
que se estancaban
en las líneas estrechas de las hojas
del guayabo,
como vagabundos inmersos en el hedor
de los callejones polvorientos.
¿Qué hubiera podido destrozar mi cráneo,
y despertarme del ensueño?
El tiempo no se detuvo,
el tiempo es lo que ahora cargo
apesadumbrada,
cuando me observo, en el antes,
olfateando la visual extensa del éter
mientras los frutos podridos
se agolpaban en mis ojos
pariendo larvas
blancas,
sedientas de carne podrida.
Yo putrefacta,
y el cielo y el aire,
y mis pensamientos,
cavando su tumba
en la pulpa de las guayabas caídas,
rojizas,
descuartizadas por el golpe duro
contra el suelo rígido.
Que fácil era amarte,
vida.
En el aire, el viento
no existía arrastrando las hojas muertas
del otoño;
como existe ahora el tiempo frente a mí,
arrasando conmigo
entre su sonrisa
agobiante.
Me espera,
y mece mi ser
en sus brazos inquebrantables.
Me succiona,
me suprime,
me penetra como la daga punzante
que escribe mi presente con sangre,
y se ríe
de que dejaré de amarte,
vida,
como te amé en aquellos días
en que el calor de los rayos solares
no cauterizaba mis poros,
abiertos al oxígeno de la atmósfera
descontaminada.
vida,
cuando me veía llorando a carcajadas
el tiempo escurridizo
entre las grietas de la piel.
¿Qué hubiera
advertido mi tristeza?
El césped olía sublime
y la inmensa palmera
me gobernaba.
A mí,
y a mis pensamientos
que se estancaban
en las líneas estrechas de las hojas
del guayabo,
como vagabundos inmersos en el hedor
de los callejones polvorientos.
¿Qué hubiera podido destrozar mi cráneo,
y despertarme del ensueño?
El tiempo no se detuvo,
el tiempo es lo que ahora cargo
apesadumbrada,
cuando me observo, en el antes,
olfateando la visual extensa del éter
mientras los frutos podridos
se agolpaban en mis ojos
pariendo larvas
blancas,
sedientas de carne podrida.
Yo putrefacta,
y el cielo y el aire,
y mis pensamientos,
cavando su tumba
en la pulpa de las guayabas caídas,
rojizas,
descuartizadas por el golpe duro
contra el suelo rígido.
Que fácil era amarte,
vida.
En el aire, el viento
no existía arrastrando las hojas muertas
del otoño;
como existe ahora el tiempo frente a mí,
arrasando conmigo
entre su sonrisa
agobiante.
Me espera,
y mece mi ser
en sus brazos inquebrantables.
Me succiona,
me suprime,
me penetra como la daga punzante
que escribe mi presente con sangre,
y se ríe
de que dejaré de amarte,
vida,
como te amé en aquellos días
en que el calor de los rayos solares
no cauterizaba mis poros,
abiertos al oxígeno de la atmósfera
descontaminada.
Versos de aromas caseros - María Gimena Barboza Dri
Ámame
y hazme llorar.
Libérame
otra vez
los grilletes del esternón
en este encuentro casual.
Tócame
la caja musical.
Rózame
los órganos
que habitan en el pecho
de mi ritmo natural.
Déjame
besarte la llanura con los pies.
Déjame
tus caricias
en el alma dócil
y el cuerpo en rigidez.
Llévame
contigo en la corriente de tus cantos.
Enférmame
las exhalaciones
con la frescura de las aguas
en los ríos que amo tanto.
Ámame,
hazme llorar otra vez.
Y cúbreme
estos versos,
con la risa de tu llanto
entre frío y calidez.
y hazme llorar.
Libérame
otra vez
los grilletes del esternón
en este encuentro casual.
Tócame
la caja musical.
Rózame
los órganos
que habitan en el pecho
de mi ritmo natural.
Déjame
besarte la llanura con los pies.
Déjame
tus caricias
en el alma dócil
y el cuerpo en rigidez.
Llévame
contigo en la corriente de tus cantos.
Enférmame
las exhalaciones
con la frescura de las aguas
en los ríos que amo tanto.
Ámame,
hazme llorar otra vez.
Y cúbreme
estos versos,
con la risa de tu llanto
entre frío y calidez.
Respirar - María Mercedes Schiavelli
las máscaras
de perros de la noche
que muerden
arde la carne, tela raída,
recupera rápido mi sangre:
es lo único que tengo.
de perros de la noche
que muerden
arde la carne, tela raída,
recupera rápido mi sangre:
es lo único que tengo.
La Casa del Dolor - María Mercedes Schiavelli
de vuelta
a la casa del dolor,
conozco la entrada
y me saludan
con una caricia.
a la casa del dolor,
conozco la entrada
y me saludan
con una caricia.
Y nada más - Fernando Andrés Puga
Había lágrimas
Había ojos clavados en la tierra
Había clavos
Había nubes estruendosas en el cielo
Había lluvia endulzando aquellas lágrimas
No había niños aún
Ni música
Ni risas
Ni cuerpos bailando entre aguijones
Había un hombre de pie perdiendo el equilibrio ante la muerte
Y nada más
Un porvenir repleto de ficciones
Sublimes
Pavorosas
Como las hadas y los duendes que habitan en los bosques
Había ojos clavados en la tierra
Había clavos
Había nubes estruendosas en el cielo
Había lluvia endulzando aquellas lágrimas
No había niños aún
Ni música
Ni risas
Ni cuerpos bailando entre aguijones
Había un hombre de pie perdiendo el equilibrio ante la muerte
Y nada más
Un porvenir repleto de ficciones
Sublimes
Pavorosas
Como las hadas y los duendes que habitan en los bosques
Día… Noche… - Fernando Andrés Puga
Velocidad de lágrima furtiva
Canto negro… Grito blanco…
Distante aroma de mujer amada
Vestigios de luz
El ojo pacta con el día
y cesa el libre paseo de la noche
El impasible gesto y la firmeza
de pasos diligentes
Gris de olvido
en calles de urgencia y desamparo
Cae el rojo y titila
entre invisibles barrotes de palabras
mientras suplica el ave desplumada
por regresar al sueño
Canto negro… Grito blanco…
Distante aroma de mujer amada
Vestigios de luz
El ojo pacta con el día
y cesa el libre paseo de la noche
El impasible gesto y la firmeza
de pasos diligentes
Gris de olvido
en calles de urgencia y desamparo
Cae el rojo y titila
entre invisibles barrotes de palabras
mientras suplica el ave desplumada
por regresar al sueño
domingo, 17 de junio de 2012
Dama de notas mudas - María Gimena Barboza Dri
La que vive
entre desvanecerse al ser.
La dama
de los ojos que demasiado han visto.
La del viento,
ya no ve.
Ya no es.
Sobre un céfiro fugaz
se ha ido en busca,
y ahora que regresa
con las manos
vacías
y tan llenas
de la premura
del tiempo despiadado
que va,
que se va,
y deja polvo
y nada.
Y muerte.
La que vive
entre desvanecerse al ser.
La dama
de los oídos que demasiado han escuchado.
La del compás,
ya no oye.
Sobre la asonancia de una rima
se ha ido en busca
de hallarse música,
y ahora que regresa
con ella entre los dedos,
con ella entre las curvas;
de las que callan,
de las que cantan el silencio:
las mohínas,
las adustas,
las huidizas.
De las que los rostros no perciben.
La que vive
entre desvanecerse al ser.
La dama
que se ha ido por demasiado andar.
Y por desandar ha sido
y por ser,
se ha desvanecido
donde retoza
lo que se cree que jamás ha sido.
Y no es muerte,
y es tan vida
como la vida misma le es.
entre desvanecerse al ser.
La dama
de los ojos que demasiado han visto.
La del viento,
ya no ve.
Ya no es.
Sobre un céfiro fugaz
se ha ido en busca,
y ahora que regresa
con las manos
vacías
y tan llenas
de la premura
del tiempo despiadado
que va,
que se va,
y deja polvo
y nada.
Y muerte.
La que vive
entre desvanecerse al ser.
La dama
de los oídos que demasiado han escuchado.
La del compás,
ya no oye.
Sobre la asonancia de una rima
se ha ido en busca
de hallarse música,
y ahora que regresa
con ella entre los dedos,
con ella entre las curvas;
de las que callan,
de las que cantan el silencio:
las mohínas,
las adustas,
las huidizas.
De las que los rostros no perciben.
La que vive
entre desvanecerse al ser.
La dama
que se ha ido por demasiado andar.
Y por desandar ha sido
y por ser,
se ha desvanecido
donde retoza
lo que se cree que jamás ha sido.
Y no es muerte,
y es tan vida
como la vida misma le es.
Negra sombra - Rosalía de Castro
Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombras,
al pie de mis cabezales,
vuelves haciéndome burla.
Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.
Si cantan, eres tú que cantas,
si lloran, eres tú que lloras,
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora.
En todo estás y tú eres todo,
para mí y en mí misma moras,
no me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras
negra sombra que me asombras,
al pie de mis cabezales,
vuelves haciéndome burla.
Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que sopla.
Si cantan, eres tú que cantas,
si lloran, eres tú que lloras,
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora.
En todo estás y tú eres todo,
para mí y en mí misma moras,
no me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras
Lluvia – C.j. Severiano
Cuando el cielo llora
acaricia tu rostro de Eva y
tus ojos de golondrina
siguen las gotas
como la música a mis oídos.
acaricia tu rostro de Eva y
tus ojos de golondrina
siguen las gotas
como la música a mis oídos.
Cinco horas antes - Cristian Cano
Lo último de lo último es el crepúsculo que bambolea en el horizonte y persiste debajo de los pies, de tus pisadas. Lo lastimoso es el atardecer, ese novísimo rojizo atardecer que se va por siempre a los recuerdos, muriendo para renovar el círculo incansable de los cielos más allá, los que alcancé sintiendo mis duras penas. Como marmita cobijando las brazas y el apremio de mis interiores, la sensación de un barco al abandonarte. Crepúsculo anterior al ocaso dura el deseo de los deseos. El camino del último Sol que no entibia. Tiempo último, primero y muy hermoso.
miércoles, 13 de junio de 2012
Un Zeus azul - Ana Caliyuri
Intento ver tu reflejo, la constelación que anida tu lengua. Intento girar hasta el infinito mi existencia. Ya desvanecida… renazco cual lumbre de tu cabellera. ¡Salud y brindis supremo! !Dejad que se evapore el dolor de todos los tiempos! Tú enséñame el olvido, desmantela el campanario de tristezas. Seamos el trueno benigno o una nube copiosa de ideas. Yo… tan solo porto conmigo la esencia de mis simplezas
Fuimos – Guillermo Vidal
Somos restos de conciencias
que no se atreven a dejar
solos sus cadáveres,
que inventan una ficción a colores
para disimular la lividez de los despojos.
Somos el rescoldo
bajo una montaña de cenizas.
Jugamos a que vivir
cambiando números en las pizarras,
simulando los combates para suplir
el calor que nos falta.
La vida en este mundo esta extinta
y sobrevive el deseo,
como las bacterias,
que se alimentan de las migajas.
lunes, 11 de junio de 2012
Loco – Esteban Moscarda
El poeta es un loco.
Sus delirios son versos
En el gran poema
Que escribe el dios paralelo,
El loco,
El recluido,
El que Dios niega
Todos los días.
Esteban Moscarda
Sus delirios son versos
En el gran poema
Que escribe el dios paralelo,
El loco,
El recluido,
El que Dios niega
Todos los días.
Esteban Moscarda
Vi, de la ventana - Alfredo Benialgo
Vi, de la ventana,
cuatro luces titilando.
Volaban en la ribera de la noche.
Orlaban el cuerno de la luna,
la oquedad de la piedra,
la espuma de la fronda.
Dije... son cuatro luciérnagas
escapándole al frescor de la noche.
Dije...son cuatro rubíes
replicando el fulgor de la luna.
Dije...son lágrimas de un ángel.
Dije...
Son...
las cuatro letras que forman tu nombre.
Alfredo Benialgo
cuatro luces titilando.
Volaban en la ribera de la noche.
Orlaban el cuerno de la luna,
la oquedad de la piedra,
la espuma de la fronda.
Dije... son cuatro luciérnagas
escapándole al frescor de la noche.
Dije...son cuatro rubíes
replicando el fulgor de la luna.
Dije...son lágrimas de un ángel.
Dije...
Son...
las cuatro letras que forman tu nombre.
Alfredo Benialgo
Tiempos - Ana Caliyuri
Hay un tiempo
de palabras,
un tiempo
de gestos
Y un tiempo
indescifrable.
En el trayecto
como si fuésemos
un collar
que enlaza
bonanzas
atavío los sueños
con todos los vientos
y todos los signos
antes
que la palabra
se desdibuje
como el cielo
cuando la tormenta
ya no dudosa
me alce ingrávida.
Ana María Caliyuri
de palabras,
un tiempo
de gestos
Y un tiempo
indescifrable.
En el trayecto
como si fuésemos
un collar
que enlaza
bonanzas
atavío los sueños
con todos los vientos
y todos los signos
antes
que la palabra
se desdibuje
como el cielo
cuando la tormenta
ya no dudosa
me alce ingrávida.
Ana María Caliyuri
sábado, 9 de junio de 2012
¿Quién te guiará si hay un camino?.. - Carlos Barbarito
¿Quién te guiará si hay un camino?
¿Quién? ¿Entre natural
y supuestamente divino,
iluminando la marcha desde arriba
o desde el costado,
incansable? ¿Hacia dónde,
antes de que el verbo se desplome
como un techo al que no aguantan las paredes,
antes del diluvio, de la noche compacta,
del vientre que se niega y se cierra
cuando más retumba el deseo?
¿Sobre qué ruedas,
bajo qué bandadas o esferas
o tendidas sábanas
que retienen la última porción de infancia?
(Un viento,
cargado de polen y semillas de sésamo,
en su sueño, las agita.)
¿Hay un camino?
Si lo hay, ¿de qué barro está hecho,
de qué cercano o remoto vendaval
viene ese lodo?
Si por ese camino, por fin, anduvieras,
¿te librarías de fatiga,
de cavilación, de corrosión,
de fracaso, de desamor,
de fármacos?
El autor: Carlos Barbarito
¿Quién? ¿Entre natural
y supuestamente divino,
iluminando la marcha desde arriba
o desde el costado,
incansable? ¿Hacia dónde,
antes de que el verbo se desplome
como un techo al que no aguantan las paredes,
antes del diluvio, de la noche compacta,
del vientre que se niega y se cierra
cuando más retumba el deseo?
¿Sobre qué ruedas,
bajo qué bandadas o esferas
o tendidas sábanas
que retienen la última porción de infancia?
(Un viento,
cargado de polen y semillas de sésamo,
en su sueño, las agita.)
¿Hay un camino?
Si lo hay, ¿de qué barro está hecho,
de qué cercano o remoto vendaval
viene ese lodo?
Si por ese camino, por fin, anduvieras,
¿te librarías de fatiga,
de cavilación, de corrosión,
de fracaso, de desamor,
de fármacos?
El autor: Carlos Barbarito
Cuervo en el corazón (7) - Héctor Ranea
Cuervo en el ocaso
limpia de sus plumas
una gota de pintura de un puente derruido
una mancha de sangre de la última cena
apenas un charquito de grasa de automóvil
hasta la otra pluma de una hembra casi azul
que aventajó en vuelo a pura sangre
limpia prolijo el viejo cuervo
Cuervo en el ocaso
limpia su corazón de rastros letales
como azúcares ponzoñosos
trazas de labios perfumados
enseres y despojos de medias sintéticas
certeza de bolsas con cadáveres
momias de niños que se parecen a muñecas
con las que juegas a ser menos princesa
Cuervo en el ocaso
limpia madriguera y todo de verduras amargas
de vidas pesadas en el lastre ambiguo de la melancolía
de sacos de arroz en los que abunda el hambre
Mientras
el sol oculta los colores
él
se duerme otra vez
Limpio
El autor: Héctor Ranea
De “cuervo en el corazón” (Inédito, 2004).
Este poema fue publicado en: La tertulia de los cuervos (2012)
Mujeres - Ana Caliyuri
que retorno
en el tiempo
y veo en mi propio
sortilegio
el pujo
de arcaicas aguas
en otros vientres.
He aquí
el gozo
el amor
el juego
el deleite
de la raza humana
que se repite
inexorablemente.
He aquí
la memoria
del azahar
cual imagen
de la colmena
en el éter.
Y hemos sido
somos
y seremos
las jóvenes
guerreras,
la tempestad
inocente,
Hestia
Afrodita
y Atenea
en el Olimpo
de la vida
o en el epigrama
que a todas
nos contiene:
Mujeres
en el contrapunto
de una misma melodía
y en cualquier Era.
La autora: Ana Caliyuri
jueves, 7 de junio de 2012
Cita ciega- Guillermo Vidal
Consumen sueños
y devuelven humo,
humo y cenizas que
cubren sus restos,
reclinados en los vanos,
desfallecen en las puertas.
La realidad es acido
y carcome sus mentes,
los platos se pudren
en las mesas.
Saturados de ausencia
buscan cuellos
para morder
y sangre que les dé algo
que no sea el olvido,
o la ausencia.
Sensación- Rafael Blanco Vázquez
Ante el espejo
Sonreía adrede
Para que se formasen las arrugas del rabillo del ojo
Que empezaba a encontrar seductoras
Suponía que estaba atravesando esa frontera
Entre el rechazo y el orgullo de envejecer
Tenía 37 años
Y una mañana le dio por pensar
(Cosa totalmente nueva)
Que sus cambios le gustaban
Que la madurez le iba de lo más bien
Y que a chuparla todo el mundo
(La culpa es de los demás, siempre)
Pensaba en su madre con ternura
(La rebeldía quedaba atrás)
Una mansa nostalgia lo envolvía
Y era un plácido estado
Efímero
Del que disfrutaba
A fondo
Sonreía adrede
Para que se formasen las arrugas del rabillo del ojo
Que empezaba a encontrar seductoras
Suponía que estaba atravesando esa frontera
Entre el rechazo y el orgullo de envejecer
Tenía 37 años
Y una mañana le dio por pensar
(Cosa totalmente nueva)
Que sus cambios le gustaban
Que la madurez le iba de lo más bien
Y que a chuparla todo el mundo
(La culpa es de los demás, siempre)
Pensaba en su madre con ternura
(La rebeldía quedaba atrás)
Una mansa nostalgia lo envolvía
Y era un plácido estado
Efímero
Del que disfrutaba
A fondo
Concierto en prosa "Otoño"- Esteban Moscarda
La hojarasca crepita como una fogata angelical ante cada paso del viento. Los violines como ninfas vestidas de gris. Sidra destilada por los dioses del norte, árboles que se acuestan a dormir la siesta para soñar con selvas. La lluvia con sabor a mate amargo, con la textura de una ventana, con los ruidos de una ciudad de plomo. Todavía el cielo es amigable. Pero el verano es cenizas. Y la resurrección pende de otro concierto no escrito aún.
viernes, 1 de junio de 2012
¿Para qué tienen una lengua en la boca...? - Carlos Barbarito
¿Para qué tienen una lengua en la boca,
dos pares de cuerdas en la garganta,
si gritan y no obtienen respuesta
frente a las diez renovadas plagas
de las que, esta vez,
ningún dios se declara responsable
y de las que, esta vez,
ellos también son víctimas:
el agua corrompida,
ranas, cínifes, moscas de todo género,
pestes de caballos, asnos,
camellos, bueyes y ovejas,
úlceras y tumores, granizo y centellas,
langostas, tinieblas, la muerte
del primogénito del dueño de la rueda del molino
y la muerte del primogénito
del que la gira?
Al fin, al cabo de una vana inmolación,
del hisopo rociado con sangre vana
sobre jambas y dinteles,
para los sobrevivientes, de nuevo,
el mismo e interminable camino,
pero esta vez sin la guía
de una columna de nube, durante el día,
y una columna de fuego, por la noche,
sin el soplo del viento del nordeste
capaz de producir una larga marea baja.
Acerca del autor: Carlos Barbarito
dos pares de cuerdas en la garganta,
si gritan y no obtienen respuesta
frente a las diez renovadas plagas
de las que, esta vez,
ningún dios se declara responsable
y de las que, esta vez,
ellos también son víctimas:
el agua corrompida,
ranas, cínifes, moscas de todo género,
pestes de caballos, asnos,
camellos, bueyes y ovejas,
úlceras y tumores, granizo y centellas,
langostas, tinieblas, la muerte
del primogénito del dueño de la rueda del molino
y la muerte del primogénito
del que la gira?
Al fin, al cabo de una vana inmolación,
del hisopo rociado con sangre vana
sobre jambas y dinteles,
para los sobrevivientes, de nuevo,
el mismo e interminable camino,
pero esta vez sin la guía
de una columna de nube, durante el día,
y una columna de fuego, por la noche,
sin el soplo del viento del nordeste
capaz de producir una larga marea baja.
Acerca del autor: Carlos Barbarito
Troncos bebiendo agua de otoño - Alejandra Leticia Taylor
Troncos bebiendo agua de otoño
sobre la oquedad rocosa.
Bruma que se instala hasta los huesos.
Y la luz de tu sonrisa.
Bruma,
luces,
Fino amor - Alejandra Leticia Taylor
Fino amor
Sombras largas,
ramas livianas de sueños.
Fino amor.
Sol de medio arco y opacas olas. Ausentes colores.
Hojas de rocío que no crujen.
Cuerpo que camina entre juncos y curvas de olvido.
Secos troncos y el lejano saxo.
Fino amor.
Todo quieto.
Tarde, y nadie más que yo.
Escaleras sin tus pasos y cenizas en el cielo.
Acerca de la autora: Alejandra Leticia Taylor
Besarte - Alejandra Leticia Taylor
Besarte
en el túnel de la tierra.
Salir transparentes.
Acerca de la autora: Alejandra Leticia Taylor
en el túnel de la tierra.
Salir transparentes.
Acerca de la autora: Alejandra Leticia Taylor
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