Correr en tropel hacia el propio abismo,
cabalgar a la muerte en carroza de lujo,
vociferar y a los empellones
que nos dejen pasar.
Lanzarnos a la destrucción
como a los brazos de una musa,
revisando la estética y el encuadre,
dando a la paleta de colores
y a las luces el privilegio de
inmortalizarnos.
En un trago gastarnos
y en el siguiente desfallecientes,
con los ojos abiertos,
sin perder detalle,
sin tiempo para saludar.
Dar el último suspiro
mirando a la cámara.
Nadie debe morir entre bambalinas.
El autor: http://biosdelosblogsh.blogspot.com.ar/2010/11/guillermo-vidal.html
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