la ruta extiende su cuerpo
debajo de la noche
brillan sus bordes con hielo
autos pasan veloces dejando miedo
en el pecho del ciclista
camiones pasan como tropa de caballos
pisoteando el silencio de la pampa
pasan con sus luces de cabaret en fuga
inmensas moles cubiertas con lonas naranjas
a veces verdes
pasan con un golpe de viento en las espaldas
los camiones llevan su carga sobre el lomo
y luego la vomitan en ciudades
en mercados donde gentes se amontonan
delante de la góndola
los camiones en manada llevan los fetiches
de esas catedrales
el ciclista sigue solo y asustado
pedaleando al borde de la ruta
la luna tiene un círculo de agua
a lo lejos se ve la ciudad flotante
es decir se ven sus luces
se ve una atmósfera iluminada
se ve el aura de su cuerpo
flotando en el medio del camino
el viento azota los ojos del ciclista
y la ciudad se desdibuja
estalla en fragmentos
luces partidas
restos de luz le golpean en la cara
las ciudades flotantes son llevadas por el viento
vale decir conjuntos urbanos
son llevados y traídos por el viento/
son las ciudades intangibles que se acercan
y se alejan
el ciclista se ha detenido
a un costado del camino
está jadeante y tumba el cuerpo
sobre el campo
ahora sólo se oye el girar de una rueda
de la bici que yace de costado
es grato el sonido del piñón
en el centro del silencio
los rayos de la rueda atrapan en su giro
un breve huracán de luz
un espejo giratorio
devorándose fragmentos de la luna
el ciclista comprende que ese espejo es un instante
de ese otro espejo rodeado por el círculo de agua
con los ojos cerrados
escucha pasar camiones en la ruta
las ciudades flotantes quedan lejos todavía
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