Los desparejos rayos de tu audaz cabellera
desempolvan el aire despreocupadamente.
La alondra que anida en el fondo negro de tus ojos sucios
aletea en vano.
Reseca la garganta el remolino frío de tu aura oscura.
Y ese rojo
que explota
desde tu cruel mejilla
desempaña el vidrio
y sin querer te miente.
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