El peinado, la jaula, tu danza que se acompaña con el ave que acicala al elefante. Tan desgarradora como la peor bailarina a go go. Pezones biónicos a prueba de muerte, nena. Déjame ciego, llévame hacia la luz.
Veo borroso, veo el futuro. Veo tu piel.
Al ver tu piel, mis ojos sólo ven sombras. En las sombras veo el futuro.
Ciego, ciego, ciego...
En la luz está tu piel, y brilla como un sol. Si me acerco moriré.
Si mueres entre el fuego, renaces como ave. Vuela, sólo ves sombras porque la luz al principio cega a quien siempre vivió en la oscuridad...
El futuro no existe. Sólo eres tú y la piel.
Y en ciertos momentos, eso es lo único que necesito. Después de todo,
¿Quién necesita ver?
Ir hacia la luz
Te ayudo a cargar tu cruz. Siempre habrá una como tú, mariposa que vuela sin que nada la detenga. Metamorfosis pasada por el arco del triunfo, pisoteada por zapatillas de moda y lápiz labial a color.
La cordura nada tiene que ver con la hermosura, ni con el futuro. Ni contigo.
Ciego, ciego, ciego...
Grandes esculturas sin forma pero con ojos de colores que iluminan. Bailarina a go go, con falda de gitana sin zapatos.
Boca de hielo, carne de papel. Tu baile hipnotiza y sella los ojos para cuando la sonrisa empiece al revés y termine a media tarde con un jugo de maíz.
El futuro sabe a vegetales bañados con lágrimas de amante al medio día. Tu futuro es como la mirada vacía del conductor de un convertible con corazón de billete.
A go go, nena. Ten piedad de mí.
Déjame entrar a tu luz, cuida mi llegada y déjame ir cuando mis alas terminen de crecer.
El beatle que canta por la paz viene de tu boca, poco a poco cambias de ritmo para continuar bronceando mis manos con tu piel. Sin ti, y con tus ojos.
Róbame el aire de entre las barbas que te cubren al anochecer. Te deshacen poco a poco, junto con mi mirada que se extingue con tu piel.
Anteojos anchos, pasta de rigor. Todos leemos mientras te pavoneas como cualquier chica a go go. Tiemblas con los aplausos y sonríes para engañar.
Te veo antes de la luz. Te muerdo con tu cruz.
Déjame correr descalzo antes de que me arrolle el camión verde que transporta blues. Llora, llora por tus manos y que tus ojos caminen entre mi luz.
Entre tus piernas mi paraíso que jamás conquistarás. Estás en tu baile, permaneces sin jugar. Te llenas de pasión que jamás en mi jardín crecerá.
Vienes en sueños, sueñas en mí. Finges la muerte y vives el fin.
Bruja a go go con aires de grandeza. Límites de azúcar y boca de dragón. Pezones biónicos a prueba de dientes, nena. Déjame ciego, llévame hacia la luz.
¿Hasta cuándo pondrás atención a tu espejo? Clava tu mártir mirada en el reflejo y despierta: tú nunca has sido rubia y yo no tengo orejas de conejo.
A go go, el baile de la vida. La mirada y la ceguera que acompañan al sol a cada salida. No lo veas, no te vistas. Conserva esa piel que tantas vidas arrebata, déjame mirarte mientras sacudo mi mata.
Pezones mágicos que dan vida. No me detengas, no descansaré hasta encontrar la salida. Me siento entre árboles de tiempo y hormigas que cargan tu saliva. Junto a mí, un grillo gigante que canta cada que un beso llega a su destino.
Un paseo en traje de expandex, brazos largos caminando a ritmo pegajoso. Bruja a go go, muchas veces santa, otras no. Una rata enjaulada buscando su color, bailando a todo vapor y mordiendo el viento matando su amor.
Cielo e infierno, baile y zapatos pastel. Pezones biónicos a prueba de muerte, a prueba de mi.
Ciego, ciego, ciego...
No me importa el futuro. Ni tú.
Quiero poder ver.
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