sentí que él estaba en la cama,
yo durmiendo de costado,
él del otro lado, atrás mío,
apreté los ojos para seguir sintiendo
el peso de su cuerpo en el colchón,
la respiración entrecortada en la nuca,
los pequeños temblores en la espalda,
la cama como un tetris perfecto,
las dos piezas faltantes,
las últimas, las decisivas,
0º, 90º, 180º, 270º,
pedir a gritos una etiqueta que diga frágil,
pedir a gritos una cinta policial de contención
que nos cubra, que nos junte,
por si pasa algo, por si acaso,
por si caemos antes de tiempo,
0º, 90º, 180º, 270º,
el jugador no puede frenar la caída,
tan sólo decide su giro,
siempre a punto de caer,
con el poquito placer que da ganar y perder,
la pieza que encaja perfecto,
la pieza que cae, la pieza que gusta
porque se va, porque no vuelve,
0º, 90º, 180º, 270º,
la línea horizontal se completa,
desaparece,
todo lo demás está de más,
retrocedemos un casillero,
ganamos el bonus o una vida extra,
perdemos piezas, llegan otras,
0º, 90º, 180º, 270º,
me caigo, te caes,
nos caemos, caen otros,
esta es la parte que te gusta,
soy comprensiva, como todo culpable.
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