Te miro a los ojos y me duele el alma;
tu mirada es fría, severa y cortante.
Detrás de ese gesto vacío y distante,
se esconde el rencor disfrazado de calma.
A veces los miro buscando un destello
de aquella ternura que una vez tuvieron,
buscando el refugio que una vez me dieron...
Pero contra un muro de roca me estrello.
Recuerdo otro tiempo en que tus ojos claros
eran dos ventanas por las que asomaban
chispas de alegría, que a mi vida daban,
la guía segura que brindan los faros.
Pero ahora el tiempo los ha convertido
en témpanos secos, carentes de amor.
¡Y yo no comprendo qué te ha sucedido!
Sólo sé que siento un profundo dolor.
Entonces mis ojos callan la condena
de sentirse solos y desamparados,
mientras que dos tibios cristales salados
ruedan por mi rostro, lavando la pena.
1 comentario:
Patrica, muy hermoso poema, aunque muy triste. Pero en realidad, los ojos son el espejo del alma. Felicitaciones Neli :D
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