El maula acodado en el estaño de la barra,
Silba un tango de esos que tuercen la rosca hasta sangrar,
Lleva una herida abierta, ese amor que lo afiebró,
Un malquerer que manya con bronca y desilusión,
La noche arrabalera muerta de pena, preso de amor,
Lo condena el olvido que no quiere pagar la vuelta,
Le presta su cuchillo a aquel fantasma gris,
Que lo ve languidecer entre el humo del bar.
La soledad compañera, el vaso a cuenta,
El tipo no va a llorar, quiere matar,
Esa fuerza negra, ese enluto de esquina sin farol,
La cabeza agacha mirando el suelo,
Maldice el cielo, maldice a dios,
Subido al bondi que lo lleva al olvido sin olvidar,
Esa cruel decisión que lo mató, embroncado no da más,
Se va derecho a la villa, a morir con vidrios molidos.
Sueña el amanecer de yuyo y malvón,
Un malevo sentimental de esos que ya no hay,
Un poeta de ley, un huérfano de amor,
Apura el vaso y se hunde el filo de la desilusión,
Es rara la vida, piensa, mientras sangra al alba
Y la noche se apaga en aquella mariposa posada en el farol.
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