viernes, 29 de octubre de 2010

Patagones - Miguel Martinez Naón

Desexilio, segunda parte




Cachivache se llama el albañil

camina sobre las chapas de mi casa.

Canta una melodía grave

sin letra, como un responso.

Está borracho y tiene setenta y algo.

No escucha, la cantidad de pelos

que le salen de las orejas

le tapan el oído.

(No se va a caer del techo, nunca.

-Va a morir, años después

en un Hospital Psiquiatrico-).



Es novio de Blanquita Radelán,

mi vecina, que tiene gatos,

como veintitrés,

un perro que se llama Bil con una l

(marrón y con chuflines,

ladrador y mal arriado)

Un padre que cumplió ciento dos

años (el viejo anda en pañales por la calle.

Parece un charito, la puta que lo parió, dice Cachivache)

y una casa toda polvorienta

(imposible entrar, por el olor

a meo de los gatos.

Las masitas tienen ese olor.

Imposible irse, por lo charlatana que es ella,

y con los tropiezos con las baldosas rotas,

que quedaron así, desde que unos albañiles

prometieron regresar)

Frente a la casa de Blanquita

hay un colegio Maria Auxiliadora,

donde las chicas me gritan

y sonríen,desde la cancha de Básquet,

y yo sólo les muestro el ombligo.



Primero murió el viejo (el charito),

después Blanquita,mientras dormía

(pasaron días y días

sin que álguien se diera cuenta)

Bil con una l, estiró la pata,

y todos los gatos también.



Yo ya no salto paredones como antaño.

Temo

encontrar a Blanquita dormida sobre la mesa.

Temo

por esos gatos con hambre.

Temo por mi memoria.


Con autorización del autor, extraído de http://desexilio.blogspot.com/

2 comentarios:

Mónica Ortelli dijo...

Interesante manera de acercarme estos personajes. Me gustó lo del charito: notable imagen. Es una poesía vívida y desestructurada: me gustó.
Saludos!

Nanim Rekacz dijo...

Miguel y su poesía consistente. Es y es-critor.