Desexilio, segunda parte
camina sobre las chapas de mi casa.
Canta una melodía grave
sin letra, como un responso.
Está borracho y tiene setenta y algo.
No escucha, la cantidad de pelos
que le salen de las orejas
le tapan el oído.
(No se va a caer del techo, nunca.
-Va a morir, años después
en un Hospital Psiquiatrico-).
Es novio de Blanquita Radelán,
mi vecina, que tiene gatos,
como veintitrés,
un perro que se llama Bil con una l
(marrón y con chuflines,
ladrador y mal arriado)
Un padre que cumplió ciento dos
años (el viejo anda en pañales por la calle.
Parece un charito, la puta que lo parió, dice Cachivache)
y una casa toda polvorienta
(imposible entrar, por el olor
a meo de los gatos.
Las masitas tienen ese olor.
Imposible irse, por lo charlatana que es ella,
y con los tropiezos con las baldosas rotas,
que quedaron así, desde que unos albañiles
prometieron regresar)
Frente a la casa de Blanquita
hay un colegio Maria Auxiliadora,
donde las chicas me gritan
y sonríen,desde la cancha de Básquet,
y yo sólo les muestro el ombligo.
Primero murió el viejo (el charito),
después Blanquita,mientras dormía
(pasaron días y días
sin que álguien se diera cuenta)
Bil con una l, estiró la pata,
y todos los gatos también.
Yo ya no salto paredones como antaño.
Temo
encontrar a Blanquita dormida sobre la mesa.
Temo
por esos gatos con hambre.
Temo por mi memoria.
Con autorización del autor, extraído de http://desexilio.blogspot.com/
2 comentarios:
Interesante manera de acercarme estos personajes. Me gustó lo del charito: notable imagen. Es una poesía vívida y desestructurada: me gustó.
Saludos!
Miguel y su poesía consistente. Es y es-critor.
Publicar un comentario