Día tras día
uno igual al otro y al que sigue.
Duele mucho el mundo que allá afuera
respira libertad.
La misma soledad hora tras hora.
Se extrañan las caricias de un sol
que no atraviesa los barrotes
de esta jaula. Abruma la tristeza.
No existe manera de escapar.
Nunca supo el porqué del cautiverio.
No hubo jueces ni sentencia.
El límite era el cielo,
y un segundo después
el cielo tomó forma de mazmorra.
Era libre.
De horizonte a horizonte sonreía,
y un minuto después,
todo el mundo
quedaba al alcance de sus alas.
Se le hizo
imposible
soportar otra hora de condena.
Se decidió. Sonrió. Miró hacia afuera.
Se quitó la vida
Extendió sus alas, tomó impulso,
cruzó los barrotes
y voló.
1 comentario:
excelente
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