La rama de un árbol,
Una viga.
Una soga tensa
Un cuerpo laxo.
Un
Frasco con pastillas
Rojas,
Verdes,
Amarillas
Un final gris.
Un edificio muy alto, llegar a la azotea.
Y
El remedo de volar.
El mar, un río caudaloso, La boca muy abierta
Y las últimas bocanadas.
El frío caño, (tan caliente un segundo),
De un 32 corto
El último, ensordecedor ruido.
Y el silencio final.
Algo lo suficientemente filoso sobre algo
Lo Suficientemente frágil.
Siempre, una falsa excusa,
Un ya no quiero más,
Es demasiado para mi.
Casi siempre, un cobarde.
(Ninguna luz, en ningún túnel)
3 comentarios:
Este poema duele, Miguel. Creo que has abierto tu corazón en él y te has dejado parte del dolor, porque se siente. Duele.
Encarna.
Me gustó mucho Miguel.
Siempre he pensado que escribir sobre el suicidio es amar la vida. Tener la oportunidad de pensar al límite y expresarlo, y la suerte de que eso podamos hacerlo como ficción... y seguir estando, seguir siendo.
Aunque como dice Enama, queda el dolor. Afortunadamente, tiene solución, no es nada irreversible.
Gracias Encarna, es un tema bastante espinoso el del suicidio y muy polémico también. Generaría un largo debate el poder discernir si es un valiente o un cobarde el que llega a esa situación, Solo reflejé mi punto de vista sobre el tema.
Javi, vos sabés que la muerte en todas sus formas es mi tema favorito, aún siendo un ferviente amante de la vida. Creo que es mi fuente de inspiración más valedera. Junto al amor, claro.
Publicar un comentario