Te hundes. Inexorablemente, lentamente, te hundes.
Tienes que agarrarte de algo, si no estás muerto.
Buscas ansiosa, desesperadamente, a que aferrarte.
(La orilla te parece tan lejana a veces).
Pantano. Vida.
Vida-pantano.
Buscas en el sentido equivocado y te hundes un poco más.
Vuelves a intentarlo. Todo es en vano.
Desesperado y confuso, ya sin esperanzas, comienzas a resignarte.
La cuerda salvadora, a esta altura ya deberías saberlo, no está allá afuera.
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