Esa risa de infancias
Ese estrellado cielo
Esa boca a punto de morder la manzana.
Esa gota rotunda calmando la primigenia sed
La luz del día y la nocturna que brota de tu cuerpo.
Esos ojos anegados de tiempo
Ese ondulante océano
Esa caricia que sabe a bienvenida
Ese silencio cantando entre las hojas
La opacidad menguante y la creciente que descorre tus velos.
1 comentario:
Hola,Fernando.
¡Precioso poema!!!
Neli
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