Sangra por la herida abierta,
es en lo único en lo que cree todavía.
Cuenta las horas
y no ve otro horizonte que la oscuridad
y el desierto.
Ya no es suficiente el aire para respirar
y si el cielo quiere recibirlo tendrá que aceptarlo
así, desnudo,
con el nombre marcado en la frente.
Pero primero bajará a los infiernos
entre los perdidos,
a buscarlo,
a dormir con él a la intemperie
con los pies mirando al frío
y bebiendo del barro.
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