Pero cómo movía la boca para hablar sin decir nada.
Era hermosa la indolencia entonces
cuando el lenguaje no adulteraba
pretextos, ni anunciaba el gesto o el motivo.
Ahora, en cambio, te espero intencionalmente:
para que no me busques, para que no me hables,
para que no te acerques, fantasma parco y evadido,
mudo lleno de voz.
Pero cómo movía la boca para hablar sin decir nada
sin ofrecer cosa alguna, nueva o vieja para mi sed.
Antes, cuando la palabra no me daba de beber.
Con autorización de la autora, del blog http://enlapiznegro.blogspot.com/
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