Esa textura que tiene la historia en la que somos tejidos,
que con tanta torpeza llamamos destino,
como si estuviera escrito en algún mapa incognoscible.
Abierto al sol y extendido,
muestra cada hilo su textura,
vivo y arraigado,
aún inmersos en un diseño feroz y desmesurado,
aún marcados por el dolor y el desamparo,
allí donde estén todavía respiran y anhelan.
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