domingo, 7 de septiembre de 2014

dos poemas - Alejandra Leticia Taylor

Cielo verde

   Se clavan tus ojos
   en el sitio oculto
    entre la hierba.

    Se pega mi pecho.
    Enamora la noche.

    A escondidas del tiempo
      en la sedienta 
           glorieta

     hacemos el amor
    bajo un cielo verde.


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Amanece.
Pétalos de sangre
   sobre la hierba.
La Autora:  Alejandra Leticia Taylor,

sábado, 6 de septiembre de 2014

Oficio - Juan Gelman

Cuando al entrar el verso me disloco
o no cabe un adverbio y se me quiebra
toda la música, la forma mira
con su monstruoso rostro de abortado,
me duele el aire, sufro el sustantivo,
pienso qué bueno andar bajo los arboles
o ser picapedrero o ser gorrión
y preocuparse por el nido y la
gorriona y los pichones, sí, qué bueno,
quién me manda meterme, endecasílabo,
a cantar, quién me manda
agarrarme el cerebro con las manos,
el corazón con verbos, la camisa
a dos puntas y exprimirme,
quién me manda, te digo, siendo juan,
un juan tan simple con sus pantalones,
sus amigotes, su trabajo y su
condenada costumbre de estar vivo,
quién me manda andar grávido de frases,
calzar sombrero imaginario, ir
a esperar una rima en esa esquina
como un novio puntual y desdichado,
quién me manda pelear con la gramática,
maldecirme de noche, rechinar
fieramente, negarme,, renegar,
gemir, llorar, qué bueno está el gorrión
con su gorriona, sus pichones y
su nido, su capricho de ser gris,
o ser picapedrero, óigame amigo,
cambio sueños y música y versos
por una pica, pala y carretilla.
Con una condición:
déjeme un poco
de este maldito gozo de cantar.

Pretextos para inventar a Liliana - Gustavo Silva

Liliana tiene
las seis de la tarde
en su bufanda roja
un agujero en la media
y la boca pintada
de un rojo mareo aéreo
como la negra sangre
parecida
casi idéntica
pero no tan oscura
como la madrugada de hoy
Liliana tiene
los ilíacos marcados
y una desnudez que no será
nunca mía
y mil centellas
y un rayo en dentellada
bajo su almohada
con el que me arrancaría
los ojos
si supiera
que desde la otra mueca de la ciudad
un olvido se volvió mirada
una alegría miseria
y lo demás no importa mucho
Siempre queda el humo
de un cigarrillo
que la dibuja yéndose,
siempre hay un atajo
para perderme en su nombre
siempre hay una mujer
o el pretexto de una Liliana
para irme antes de las siete de la tarde
morado y frío
como quien cuelga un presente
ausente y sin recuerdos
al extremo y del extremo
de una bufanda roja.