martes, 24 de noviembre de 2009

celebro este cáliz que traemos escondido - Héctor Ranea

celebro este cáliz que traemos escondido
con el cual libamos ciertos jugos personales
muchas tardes de tantas primaveras ya perdidas

aplaudo el pudor que se desliga en su vergüenza
que no sin osadía pretende trepar los sexos sin costuras
hasta llenar los ánimos de alientos incandescentes

alabo el vino que vierto en este cáliz repetido
que puede oficiar de sangre de carne de deseos de infamia
para desligarse con un mareo de los vientos crueles del tiempo

ensalzo la virtud de la lascivia que me lleva
a los labios más ocultos con serenas intenciones manifiestas
enredándome en un páramo sin luz sin alcoholes encendidos

me queda una sensación oculta de misterio
apenas aletargada en una canción nonata
un pasajero permanente en mis llantos
después de las libaciones sagradas


de: aparte del cáliz (inédito)

Versos de amores secretos - Oriana Pickmann

La mañana los alcanza
Enredados en las sábanas
Inocente
Etérea
La única realidad es la existente
La que ellos palparon al amarse
Los besos
Los suspiros
Qué es la pasión
Sino dos cuerpos que se enlazan
Perdiendo los límites de la piel
Sin palabras
Sin miradas
Como ciegos
Buscándose con la lengua
Encendiendo fuegos húmedos
Con las manos volviéndose cabellos
Siendo mariposas en el pecho
Qué es un gemido
Sino morir un momento
Atrapar el alma que se escapa
En aquel preciso instante
En que ni la piel es suficiente
Y ocultar nombres
Esconder huellas
Vivir con la vida del otro tatuada en el vientre
Implorarle al tiempo que sea fugaz y se detenga
Anhelar el peso
El ritmo
La prisa
El dolor
Lo prohibido
Lo delicioso
Lo prometido

Reflejos - Aitor Zancajo

Escuece y la penumbra es amarilla.
Hablo del bosque, atardecer hundido
entre la niebla amoratada, el humo
atravesado por la luz violenta
de los televisores.

Somos pequeños pájaros anclados
al punto
me mira.
Llamadlo azar, os sentiréis más libres.

Ingredientes necesarios - Miguel Dorelo

La rama de un árbol,
Una viga.
Una soga tensa
Un cuerpo laxo.

Un
Frasco con pastillas
Rojas,
Verdes,
Amarillas
Un final gris.

Un edificio muy alto, llegar a la azotea.
Y
El remedo de volar.

El mar, un río caudaloso, La boca muy abierta
Y las últimas bocanadas.

El frío caño, (tan caliente un segundo),
De un 32 corto
El último, ensordecedor ruido.
Y el silencio final.

Algo lo suficientemente filoso sobre algo
Lo Suficientemente frágil.

Siempre, una falsa excusa,
Un ya no quiero más,
Es demasiado para mi.

Casi siempre, un cobarde.

(Ninguna luz, en ningún túnel)

sábado, 21 de noviembre de 2009

Inspiraciones - Oriana Pickmann

Llueve
El sol brilla delante mío
El arco iris detrás de mí
Soy el viento
Que vuela hasta ti
Para que me respires
Para que me tomes con tus manos
E inundar tu vida



Tomado de: http://cuatrolunas4.blogspot.com/

No podremos evitarlo - Miguel Dorelo

Simplemente, no podremos.
Repetiremos esa noche
Y cambiarás tu mirada
Y comprenderás que soy yo
Y volveré a mirarte
Y confirmaré que sos vos.

Y cuando nos acariciemos,
Nos besemos,
Nos amemos
Nada más importará.
Y sabremos, juntos, que nuestro tiempo aún es.

mapas del ojo - Héctor Ranea

¿
con cuales ojos sueño
acaso?

un sueño en el que vuelas
en el vestido de los ángeles
pintado
en un tobillo
desnuda por otro lado

se me acerca tu sueño
se levanta desde un horizonte bajo
llena de sangre todo mi cuerpo
para sobrellevar la levedad del pensamiento

¿
quién podría desaparecer
acaso?

desvanecer la prolijidad de la vida
en un sueño hacerse verdadero
caminando en la cresta de una turbulencia

¿
conozco con qué ojos
acaso?

un golpe en la calle
duele en sueños al caerte de tu vuelo

con cuáles ojos sueño
cuáles ojos nuevos veo
cuántas desapariciones percibo
cuántos conozco en sueños
que olvido al permanecer despierto

una nube se interpone entre los vuelos
mis ojos de soñar que nunca pude conocer
en la nube no hay más que electricidad y agua
agua cae de mis ojos aplastada como lágrimas

apartamos nuestros ojos de conocer
en los caminos de una arena fina
demasiado fina se respira
se expira
se sueña sin poder soñar siquiera

en mis sueños sin ojos te puedo amar
también

de: mapas del ojo

Lo que callé - Miguel Dorelo

No me culpes.
Tan solo no supe decirlo.
Quizás me entretuve demasiado
recorriéndote y no encontré el momento adecuado.
O tan solo fue que
no conocía las palabras justas.
¿Quién sabe?
Podría estar a tiempo.
Ahora por fin sé
lo que debería haberte dicho.
Pero es probable que
ya no quieras escucharlo.
O que de nada sirva.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿Qué putas puedo ... - Jaime Sabines

¿Que putas puedo hacer con mi rodilla,
con mi pierna tan larga y tan flaca,
con mis brazos, con mi lengua,
con mis flacos ojos?
¿Que puedo hacer en este remolino
de imbéciles de buena voluntad?
¿Que puedo con inteligentes podridos
y con dulces niñas que no quieren hombre sino poesía?
¿Que puedo entre los poetas uniformados
por la academia o por el comunismo?
¿Que, entre vendedores o políticos
o pastores de almas?
¿Que putas puedo hacer, Tarumba,
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario,
ni rebelde?
¿Que puedo hacer si puedo hacerlo todo
y no tengo ganas sino de mirar y mirar?

No puedo soportar perderte - Sting

Hoy te llamé tantas veces,
Y supongo que es cierto lo que dicen tu, amigas:
Que no querés volver a verme nunca más,
y que tu hermano me va a matar y mide dos metros.
Supongo que dirás que es cobardía,
pero no estoy dispuesto a seguir así.

No puedo soportar perderte.

Veo que me devolviste mis cartas
y mis discos, que están todos rayados.
Para mí no tiene sentido seguir un día más
cuando nadie me escucha ni una palabra.
Podés llamarlo falta de confianza,
pero seguir viviendo no tiene sentido.

No puedo soportar perderte.

Supongo que este es nuestro último adiós,
y como no te importa no voy a llorar.
Pero vas a estar triste cuando me muera
y sientas toda esta culpa en tu cabeza.
Supongo que dirías que es un suicidio,
pero estoy demasiado harto para tragarme mi orgullo.

No puedo soportar perderte.

Anclao en París - Juan Gelman

Al que extraño es al viejo león del zoo,
siempre tomábamos café en el Bois de Boulogne,
me contaba sus aventuras en Rhodesia del Sur,
pero mentía, era evidente que nunca se había movido
del Sahara.

De todos modos me encantaba su elegancia,
su manera de encogerse de hombros ante las pequeñeces de la vida,
miraba a los franceses por la ventana del café
y decía “los idiotas hacen hijos".

Los dos o tres cazadores ingleses que se había comido
le provocaban malos recuerdos y aún melancolía,
“las cosas que uno hace para vivir" reflexionaba
mirándose la melena en el espejo del café.

Sí, lo extraño mucho,
nunca pagaba la consumición,
pero indicaba la propina a dejar
y los mozos lo saludaban con especial deferencia.

Nos despedíamos a la orilla del crepúsculo,
él regresaba a son bureau, como decía,
no sin antes advertirme con una pata en mi hombro
“ten cuidado, hijo mío, con el París nocturno”.

Lo extraño mucho, verdaderamente,
sus ojos se llenaban a veces de desierto
pero sabía callar como un hermano,
cuando emocionado, emocionado
yo le hablaba de Carlitos Gardel.

Desayuno - Jaques Prévert

Echó café,
en la taza.
Echó leche
en la taza de café.
Echó azúcar
en el café con leche.
Con la cucharilla lo revolvió.
Bebió el café con leche.
Dejó la taza
sin hablarme.
Encendió un cigarrillo.
Hizo anillos
de humo.
Volcó la ceniza
en el cenicero
sin hablarme.
Sin mirarme
se puso de pie.
Se puso
el sombrero.
Se puso
el impermeable
porque llovía.
Y se marchó
bajo la lluvia.
Sin decir palabra.
Sin mirarme.
Y me cubrí
la cara con las manos.
Y lloré.

domingo, 15 de noviembre de 2009

El pantano - Miguel Dorelo

Te hundes. Inexorablemente, lentamente, te hundes.
Tienes que agarrarte de algo, si no estás muerto.
Buscas ansiosa, desesperadamente, a que aferrarte.
(La orilla te parece tan lejana a veces).
Pantano. Vida.
Vida-pantano.
Buscas en el sentido equivocado y te hundes un poco más.
Vuelves a intentarlo. Todo es en vano.
Desesperado y confuso, ya sin esperanzas, comienzas a resignarte.

La cuerda salvadora, a esta altura ya deberías saberlo, no está allá afuera.

Olvido - Javier López

Asimilé tu fe idolatré a tu dios
para poderte amar en un instante eterno
te vi marchar y blasfemé
contra la noche inmensa
hasta que ya no tuve fuerzas y caí
rodeado por ángeles y perros
amaneció y sentí tu voz en mi recuerdo
aún sigo perseguido
por las sombras de tu mortal olvido

Tomado de http://resueno.blogspot.com/

viernes, 13 de noviembre de 2009

Semblante - Osvaldo Hirsch

Entre tu duda eterna silenciada
que te exilia del placer
pilares inexpugnables
defensas autónomas
Y el desconcierto
ineludible del otro,
Habitás escenarios,
lugares, selvas, praderas
deslizando el día en noche
en tiempos lógicos
donde no habita Cronos.
Buscás, mirás, sentís….
Acercas tanto, tanto…
que tanto, queda lejos
Tan lejos como mirada
Tan cerca como pregunta
Y en este eterno repetir
cubierto de diferentes ropajes
estás ahí, en esa niña,
en esa duda, en esa mujer
en la indefensión de la pregunta.

los viernes, pentotal - Héctor Ranea

los viernes, pentotal

Te quiero gris
como un atardecer en el mar;
visible hasta la superficie
de tus cosas,
de mis recuerdos de agosto.

Te quiero gris como la Mona Lisa,
verde cielo como un poema de García
Lorca, azul azul como las lunas de Bernárdez
y gris como copos de ceniza de papel gris.

Sos una gota de pentotal entre la cena
y la primera oscuridad.
Un cuerpo extraño que me sorbe del infierno
y otros etcétera et gloria tibi, en la penumbra.

Te quiero gris
como las sombras en que nos parecemos, nos desaparecemos.

(de Profundo Corazón de la Marea - Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 2000)

Epitafios 2 - Nanim Rekacz

Palabra cuchillo filoso
Punzante vocablo
Silencio mortaja
Consejos letales

Alud
Tu discurso

Agujero negro
Tu boca

Dices
(y vomitas veneno)
Que me amas.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Arenal IV - Leonardo Longhi

temple y astucia:
imprimieron sus huellas en la arena/
dividieron los días y los años/
quedaron sordos de tanto golpear /
construyeron con sus vidas una cáscara de nada/
engendraron dos hijos varones cada uno/
creyeron en la luz de las palabras/
dejaron el apellido a las ratas/



-pero nunca pudieron con la casa

Arenal III - Leonardo Longhi

levantaron una casa
sobre el ruido del taller; desde una
lejanía sin nombre que se dibujaba
en las hojas muertas de los paraísos,
penetró de nuevo en sus cabezas calvas
el llamado de la cal y obedecieron
al impulso de escapar
de la intemperie; parado
en la misma esquina donde lo vieron
por última vez, pedro concibió
otro edificio, misma altura:
una caja luminosa con máquinas
modernas, oficinas, cierto ensueño
de patria encaminaba rectamente
a los hermanos hacia las entrañas
de una plegadora eléctrica

ahí está pedro,
en la incisión de cada mediodía:
ya tomó el café y enseña a los chicos,
hijos de los hijos de héctor,
a agujerear la siesta
con recuerdos futuros
antes de volver al colegio y al
trabajo duro: no eran años
de esquivar al viejo que confundía
sus nombres con los de sus padres:
expertos en cazar arañas con palitos,
perder las carreras con el bóxer,
trepar a la ventana del taller,
repetir la canción del caño, no
supieron que el día iba a revelar
resbalando en la arena
de la obra nueva, una rata
más rápida que la vista, la patada
del tío pedro, la mancha gris
a varios metros sobre el agua
sucia de la calle: fuerza y razón
no le faltaron al héroe
que como el siglo se hacía viejo
y mantenía intacta su pasión.


ahí está héctor,
entre el trabajo duro y las series
embucha el té con leche de la tarde,
criollitas con manteca
y mermelada de naranja:
la misma cocina que comparte
con la mujer enorme siempre alegre
y triste como un paisaje
varios años después lo verá solo
con un busto de voltaire iluminado
frente a él sobre un atril; el lugar
donde ella preparaba las pizzas
del sábado para hijos y nietos
es ahora una caverna que protege
maternal al viejo en su viaje
gótico hacia la desesperación:
cada trazo en carbonilla animaba
el simulacro de una cara
con la sonrisa ambigua
de quien daría la vida por probar
que la luz cría a sus mártires
en el agua del destierro: odio y temor
no le faltaron al héroe
que como el siglo se hacía viejo
y mantenía intacta su pasión.

levantaron juntos una casa,
inventaron ritos para celebrar
los días y los años del imperio
iguales en la felicidad: día
a día los lamentos de héctor,
el furor de pedro: mientras las mujeres
se fundían en la cera y los hijos
aprendían mudos el valor del mal,
desde el taller subía el estruendo
de las voces que pulían la palabra
santa, el apellido musical: nunca
fueron jefes pero aceptaban ser
patrones: con cada golpe de maza
sobrenatural en tubos de hierro
encerraban la idea de que juntos
hacían por deber lo que aislados
en el hueco infinito de la casa
harían por miedo o por vanidad

Arenal II - Leonardo Longhi

levantaron una casa de tres pisos
sobre el ruido del taller que algún día
sería fábrica y empresa y después nada
más que un testimonio: la economía
no entierra a sus muertos

poder y rectitud eran monedas
y un modo de vivir: golpeaban
todo el día como quien forja una palabra
que perdurará en la ilusión del tiempo

golpeaban y forjaban la virtud
de su palabra: parían autoclaves
pero no había clave para conjurar
el fraude de una descendencia
que renunció a perpetuarse
en el sueño de la casa



había un sótano y ahí el motor
del agua y las cucarachas inspiraban
historias para criar generaciones
en el miedo a la escasez y el destierro

nada mejor que esos ruidos de agua escasa
en la oscuridad para recordar por qué
los hombres se hacen a los golpes

construyeron con sus vidas
un diagrama del poder:
en el tercer piso pedro, el mayor,
en el segundo piso héctor,
antes del taller un círculo
para el primer hijo que cayó
en la ilusión de una familia

engendraron dos hijos
varones cada uno: mayor y menor,
temple y astucia en espejos deformantes



por algún tiempo la piedra va a seguir siendo
piedra, pero la virtud de los mayores
se hizo carne nomás en el terror
para salvar por lo que dura un sueño
el apellido de las ratas

dividieron los días y los años,
náufragos que se entretienen
en el simple arte de edificar
sobre la arena una casa
antes de que se los coman los indios

las mujeres fuertes nobles como anclas

lustraban el piso, soltaban hijos
a la espera de cárceles más vastas

los hijos destruyeron la empresa familiar
pero nunca pudieron con la casa

quedaron sordos de tanto golpear

Arenal I - Leonardo Longhi

cuándo, cuántas
veces se preguntaron ellos
resbalando en la arena
de la obra, sucios y felices, duros
de felicidad, solos entre vigas
condenadas, sobre ese terreno
ganado a la miseria o al fracaso,
o masticando carne asada
mientras se dejaban cegar
por la luz de invierno en la santidad
de su cansancio, sin mujeres
a la vista: "¿quién
soy?, ¿mi vida
a quién importa?"

¿en qué momentos la mirada
filmaba distraída las baldosas amarillas
de la calle concepción
arenal y sentían ellos
que sus vidas eran como esas hojas
de paraíso que un día barrería la tormenta?

si los hermanos pensaron
"concepción", si repitieron
"arenal"?: aceptaron
como el viento esas dos palabras
que jamás se unieron sino en mujer
anclada en un siglo viejo, mártir
del progreso y las potencias del alma,
que en el refugio del dolor
bajó una vez la vista, escribió: "¿mi vida
a quién importa?

como a ellos el azar
la convirtió en eco de una calle
perdida de este lado
del mal , atravesando los barrios
chacarita y colegiales, del río
al cementerio: tajo
de inmigrantes redimidos
por el avance hacia la materia
del ensueño vertical: hijos, nietos
de otro siglo, entregados
al progreso familiar, el egoísmo
en alto cuando la voluntad
y la ganancia crecían como animales
ciegos en el mismo charco, a salvo
de toda connivencia con el cuento
de la Historia y sus desvelos

"Una hoja caída
que un día barrerá..."
escribió ella, penitente: ¿qué
habrá evocado ese nombre de mujer
en los hermanos pedro y héctor, soñadores
de imperios, cuando decidieron levantar
su casa apilada a mediados de siglo
en ese lugar sin memoria, hecho
de paraísos, ratas y adoquines para esquivar
el campo que vencía con la noche?

¿o "arenal" fue el eco que retuvo
a los hermanos, unidos en la tentación
de conquistar orillas, poblar pampa
bajo nombres que convocan el poder
y la virtud, obedientes siempre a una
voluntad más fuerte que el tiempo,
depositada en mujeres fuertes que largaban
hijos como anclas para su orgullo ralo
de venir de lejos a fundar acá su patria
paria, enardecida entre los yuyos?

martes, 3 de noviembre de 2009

Ay - Oriana Pickmann

Torrentes de aguas raras, frías, nevadas, mías.
Son los encuentros entre tus rincones,
Son las voces en tus esquinas, rayo luminoso,
Son final.
Aquellos encuentros falaces
en este mundo desconocido,
en estas calles azules.
Porque el azul lo llevo aún a cuestas en mis espaldas.
Azul como estos días y manantiales.

Si te hubiera conocido en otras vidas, no hubiera reaccionado,
somos lo que el camino hace, lo que los sueños retratan.

Y yo sigo tratando de escapar, de no ser.

mutación inadvertida - Héctor Ranea

en el golfo están flotando
corchos lunares
últimos dos peces. Muertos.

apareció la nube
(no se la siente apoyar en tu cabeza
y comienza a circularte dentro
la primer ráfaga radiactiva).

es una pequeña mutación
:
llevarás pestañas fosforescentes
para observar los soles ayer amarillos
hoy apenas un gramo de azufre incandescente.

No es dolor lo que siento
sino una inestable agonía.

No es espantoso reducirse a cenizas de plutonio
:
lo es no advertirlo a tiempo.


Tomado de: ritos y mutaciones

(Huellas de propulsión a chorro)- Gerardo Horacio Porcayo

La gravedad de tu voz lejana
tu risa que se extiende en mareas
Estar en el faro en constante giro
estar en la playa de piedra más abajo del cielo
fuera de tus estelas nubosas
tus rutas jet
Estar cuando las entrañas claman movimiento
La caracola del teléfono me muestra tu mar
tan cercano y ajeno
Tan constante en este rito de desencuentros
en esta galaxia de destinos
en este transito sin torres de control
en este yermo que se abre entre tus ojos y los míos
El universo debieran ser los labios
esta piel sin mapas extranjeros
esta la única piel a que pertenecemos

Monsieur Curie duerme tranquilo - José Luis Zárate

Marie lo toca desde la otra habitación del sueño

la piel común no es piel
sol sumergido
bajo el infinito mar de las sábanas
la cercana lejanía de la carne

ella acaricia la luz
oculta en el cuerpo de su esposo
literalmente

Rad se llama el hada verde que habita el cuerpo de los amantes

convocada
en el fuego sucesivo del laboratorio

Marie y Pierre dedicados en ponerle nombre a la materia
Polonio, Radio
nombres de la muerte que destilan para el otro

Marie escribe y sueña
con luces mágicas en el laboratorio

ojos del mundo abiertos
sol oculto piedra adentro

duermen tranquilos
con el brillo nuevo en su piel

afianzado en su sangre

Radiactividad le llaman
a la caricia nueva, incesante
en la que trabajan todos los días

Nunca han soñado
con sus nombres en pedestales
en ataúdes de metal
conteniendo el regalo que ofrecen al mundo

De machos y de hembras - Nanim Rekacz

Mi amor, necesitado de epidermis y endodermis.
Reclamando su cuerpo ser corpóreo.
Tan espectral y amorfo y etéreo.
Exige ¡carne! ¡esperma! ¡orgasmos!
Grita, aúlla, como lobo.
Se planta en cuatro patas, mostrando los dientes.
Chorrea saliva y huele...
Busca hembra.

Me vislumbra...
Clava sus ojos acerados y rasga la tierra estéril
con sus pezuñas.
Curva la espalda...
Salta...
Se acerca velozmente.

Mi amor ¿por qué tardaste?
¿No presentiste mi espera en esta cueva?
Hastiada estoy
de soledades y hambrienta.

Me rodea,
me circunda,
su pelambre reluce y su lengua
se relame.

Como bestias
confluimos en el aire
en un entrechocar de huesos y de músculos,
la respiración se mezcla
con latidos,
los sexos se funden.

Mi lobo está aquí
dentro de mí
me posee.

Y en la culminación rotunda del orgasmo
somos humanos
desnudos,
temblorosos
sedientos...